Cuauhtémoc Mávita E./periodista
Guillermo Padrés Elías es el nuevo gobernador de Sonora. Le ganó al priismo tradicional que fue incapaz de renovarse. Pasó por encima del PRI-Sonora construido por Eduardo Bours Castelo con el propósito de establecer un maximato en el Estado y, entre otros, pone en un estante, para ser exhibidos, a quienes amasaron en los últimos seis años una gran fortuna con los recursos del gobierno.
Lo anterior pone en un predicamento al gobernador saliente. Primeramente fracasa en su proyecto político transexenal sonorense, y segundo, lo pone en una situación difícil con miras a la sucesión del 2012 al debilitarse sus aspiraciones presidenciales, a menos que Padrés Elías haya sido parte de su plan “B” para hacer frente a esta contingencia. No hay, sin embargo, suficientes elementos para darle credibilidad a ese segundo plan, aunque ello no invalida su probable existencia.
Lo que no está en tela de duda es que la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de avalar, por unanimidad, el triunfo de Padrés Elías, termina con la incertidumbre política que se generó después del 5 de julio en torno a la sucesión en Sonora, pero también corrobora algo que habíamos adelantado desde el mismo momento en que el PRI demandó la anulación de los comicios para gobernador: su reclamo era legítimo, pero era un error sustentarlo en la inequidad de los spots, ya que este era imputable al Instituto Federal Electoral (IFE) y por lo tanto no podía serlo a un partido político y su candidato.
Por otra parte, el número de votos que hacía la diferencia era amplia, de tal manera que no se le dejaba mucho margen de maniobra al TEPJF para anular la elección y ordenar que se realizaran nuevas elecciones.
No obstante, no son pocos los que creían que el asunto de la elección se resolvería en la llamada Corte de los Milagros y no en el TEPJF, a partir de que el sistema político mexicano está dominado por bandidos que acostumbran negociar a oscuras y suscriben acuerdos por encima de la ley y la legalidad. Quienes están convencidos que el sistema funciona de esa manera pregonaban a los cuatro vientos que el triunfo de Padrés Elías sería un mero trámite. En lo particular queremos creer que todo se resolvió de acuerdo con la ley. Ahora los derrotados están obligados a hacer hasta lo imposible para adaptarse a un nuevo estado de cosas en el cual otros serán los que gobiernen y ellos tendrán que transitar en la orfandad por seis años, pidiendo limosna y fingiéndose ciegos o discapacitados, en espera de mejores tiempos.
En cuanto al gobernador saliente, quien creyó que podía construir los cimientos para impulsar un proyecto político por tres o más sexenios en los que los mandatarios estuvieran subordinados a un jefe máximo, como en los viejos tiempos del callismo, este tendrá que aprender de nuevo a caminar y sostenerse en un sistema político que exige respetar sus reglas, la mayor de las veces no escritas de la política.
A Bours Castelo, durante seis años, la clase política dominante le envió mensajes cotidianos abiertos y “entre líneas” para que se les sumara, pero este prefirió trazar sus propios caminos. Con el arribo de Padrés Elías a la gubernatura empezarán a pasar muchas cosas, entre las que no se descarta la “cacería de brujas”. Vamos a ver.
Guillermo Padrés Elías es el nuevo gobernador de Sonora. Le ganó al priismo tradicional que fue incapaz de renovarse. Pasó por encima del PRI-Sonora construido por Eduardo Bours Castelo con el propósito de establecer un maximato en el Estado y, entre otros, pone en un estante, para ser exhibidos, a quienes amasaron en los últimos seis años una gran fortuna con los recursos del gobierno.
Lo anterior pone en un predicamento al gobernador saliente. Primeramente fracasa en su proyecto político transexenal sonorense, y segundo, lo pone en una situación difícil con miras a la sucesión del 2012 al debilitarse sus aspiraciones presidenciales, a menos que Padrés Elías haya sido parte de su plan “B” para hacer frente a esta contingencia. No hay, sin embargo, suficientes elementos para darle credibilidad a ese segundo plan, aunque ello no invalida su probable existencia.
Lo que no está en tela de duda es que la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de avalar, por unanimidad, el triunfo de Padrés Elías, termina con la incertidumbre política que se generó después del 5 de julio en torno a la sucesión en Sonora, pero también corrobora algo que habíamos adelantado desde el mismo momento en que el PRI demandó la anulación de los comicios para gobernador: su reclamo era legítimo, pero era un error sustentarlo en la inequidad de los spots, ya que este era imputable al Instituto Federal Electoral (IFE) y por lo tanto no podía serlo a un partido político y su candidato.
Por otra parte, el número de votos que hacía la diferencia era amplia, de tal manera que no se le dejaba mucho margen de maniobra al TEPJF para anular la elección y ordenar que se realizaran nuevas elecciones.
No obstante, no son pocos los que creían que el asunto de la elección se resolvería en la llamada Corte de los Milagros y no en el TEPJF, a partir de que el sistema político mexicano está dominado por bandidos que acostumbran negociar a oscuras y suscriben acuerdos por encima de la ley y la legalidad. Quienes están convencidos que el sistema funciona de esa manera pregonaban a los cuatro vientos que el triunfo de Padrés Elías sería un mero trámite. En lo particular queremos creer que todo se resolvió de acuerdo con la ley. Ahora los derrotados están obligados a hacer hasta lo imposible para adaptarse a un nuevo estado de cosas en el cual otros serán los que gobiernen y ellos tendrán que transitar en la orfandad por seis años, pidiendo limosna y fingiéndose ciegos o discapacitados, en espera de mejores tiempos.
En cuanto al gobernador saliente, quien creyó que podía construir los cimientos para impulsar un proyecto político por tres o más sexenios en los que los mandatarios estuvieran subordinados a un jefe máximo, como en los viejos tiempos del callismo, este tendrá que aprender de nuevo a caminar y sostenerse en un sistema político que exige respetar sus reglas, la mayor de las veces no escritas de la política.
A Bours Castelo, durante seis años, la clase política dominante le envió mensajes cotidianos abiertos y “entre líneas” para que se les sumara, pero este prefirió trazar sus propios caminos. Con el arribo de Padrés Elías a la gubernatura empezarán a pasar muchas cosas, entre las que no se descarta la “cacería de brujas”. Vamos a ver.
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