lunes, 29 de junio de 2009

Da su vida por desconocidos...Ejemplo a seguir

Un profesor de esta localidad recorrió alrededor de 8 kilómetros en auto y cientos de metros a pie con comida, agua y dinero para dárselo a unas niñas que viajaban de “trampas” en los vagones del ferrocarril…
Caborca, Sonora.- Sin buscar ser reconocido por la sociedad ni buscando reciprocidad de parte de los beneficiados, un maestro de esta población dio parte de lo que tenía a una familia de desconocidos.
Fue un caso insólito en que el reportero de este medio informativo se encontraba haciendo alto mientras pasaba el tren por esta ciudad cuando fue bloqueado por otro carro en la parte posterior.
Por el espejo retrovisor alcanzó a divisar como un individuo bien vestido de baja estatura salía aprisa de su camioneta con algo entre las manos despertando la curiosidad del ávido periodista.
Como pudo dio reversa y decidió perseguir en su carro al hasta ese momento desconocido para él al señor que cargaba comida, un galón de agua y dinero y mismo que gritaba a los “viajantes” sobre unas niñas.
“Unas niñas, unas niñas” gritaba a todos los individuos que iban en el tren carguero con rumbo al norte y que por el momento se detenía por breves instantes.
Pasaron más de 300 metros en donde el sujeto corría y corría gritando hasta que un grupo de ellos le indicó a voces que venías mas atrás de donde ellos estaban.
Ya sin aire en los pulmones el altruista se acercó a un vagón y dando gracias al cielo miró a unas pequeñas criaturas “gueritas” que se asomaban ante la escena que jamás olvidarían.
Al parecer el padre y madre de las niñas también se asombraron por la gentileza del individuo que bañado en sudor y sin aire en los pulmones les dijo que tomaran la comida, el agua y un poco de dinero.
Mirándose entre si, la pareja les dio las gracias mientras las niñas no alcanzaban a entender lo que estaba pasando pero de inmediato echaron en llanto pidiéndole al padre el galón de agua.
Con lágrimas en los ojos, el hasta en esos momentos desconocido, acaparó la atención de otro grupo de trampitas que miraron como el sujeto se fue retirando del lugar sin esperar nada a cambio.
Solamente entendieron en su entrecortada voz que cuidara muchos a las niñas a lo que los padres de las niñas le asentaron con un movimiento de afirmativo con su propia cabeza ya que estaban asombrados.
A falta de oxigeno en su cuerpo por la caminata recorrida el generoso caborquense se recargó a un auto y tomando un poco de aire dijo al reportero que los miró desde un ranchito que tiene saliendo de esta ciudad.
No pudo contenerme dijo, salí aprisa en mi camioneta y llegué a Caborca a una tienda y alcancé a comprar varias cosas y agua para traérselas a las niñas porque le rompieron su corazón.
No quiso mencionarnos su nombre pero fue inevitable ya que es un profesor muy reconocido en esta ciudad (Fabián Díaz) y poco después se retiró sin decir nada.
Es así como hay todavía en nuestra ciudad buenas cosas que contar y que vivir como esta acción de altruismo llevada a cabo por el docente dando un poco de sí mismo para que otros sobrevivan.
El rechinido de los fierros hizo que reportero y el dadivoso maestro se retiraran poco a poco del lugar alcanzando a decir la mamá de las niñas que se llamaban Laura y Angélica y que venían de Nayarit hacia los Estados Unidos de Norteamérica en busca del sueño americano.

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